jeudi 18 mai 2017

La esclavitud en la mirada de un gringo

15 de mayo de 2017, por Lunettes Rouges

(artículo original en francés, aquí)




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monuments temporaires, O tigre


Stefan Zweig, rescatado del racismo nazi, exiliado en Brasil, escribió en 1941 (poco antes de su suicidio), Brasil, país de futuro. Afirma a lo largo de sus páginas que en Brasil no existe ningún racismo, que las razas viven en perfecta armonía, que en ningún otro país los esclavos fueron tratados tan humanamente, que las favelas, "aquellas magníficas y pintorescas cabañas de negros" son encantadoras y acogedoras; está convencido además de que con la modernización pronto desaparecerán, pero espera que conserven una para lo pintoresco "como testimonio de la vida natural en medio de la civilización". Anuncia verdades concluyentes sobre la felicidad de los negros sin interrogarse un segundo sobre la esclavitud y la pobreza ("si, pero son felices al sol") : adoptó los prejuicios que le comunicaron sus interlocutores sin intentar forjarse su propia opinión de manera independiente. Como acaba de escapar de un entorno en el cual el concepto de raza es particularmente fuerte, quizás le parezca que solamente cuenta el racismo europeo antisemita (que presumo Brasil estaba exento), y que, para esos buenos negros que disfrutan del sol bailando y cantando en sus bonitas favelas, el concepto de racismo no puede aplicarse. Es esta carencia que me decepciona en él, es bastante triste en realidad, ver hasta qué punto el escritor que uno admira y que se encuentra en ese momento de su vida en una situación trágica, preocupante y de exilio, que hubiéramos pensando habría agudizado sus sentidos y su capacidad analítica y crítica, pueda extraviarse hasta ese punto.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O cadeado (video)


Pero la negación del racismo no se limita a los intelectuales y aristócratas brasileños con los que Zweig se codeaba. En realidad era bastante corriente y en particular con el argumento de que en Estados Unidos era mucho peor, lo que el trabajo de numerosos historiadores ha desmentido. El texto de presentación de la exposición de Fyodor Pavlov-Andreevich en el Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Sao Pablo (hasta el 13 de agosto), escrito por la curadora Ana Avelar, insiste sobre el hecho de que es a través de la mirada de los extranjeros, como el artista ruso que vive entre Moscú y Sao Pablo, que la mayoría de los brasileños pueden aceptar mirar de frente la manera como el racismo ha formado y todavía forma parte integral de su cultura. Un gringo puede hacer preguntas que los brasileños no se atreverían nunca a hacer. Pavlov-Andreevich cuyo trabajo (desconocido en Francia) está basado en la representación (performance), realizó siete representaciones sobre la esclavitud, cada una de 7 horas : una en Rusia (sobre las condiciones de trabajo de los inmigrantes de Asia Central) y seis en Brasil. Además hizo una el día de la inauguración.


Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O pau de arara


La primera sala de exposición es desconcertante : cinco cajas blancas juntas, bastantes bajas, y hay que agacharse hasta el suelo para pasar la cabeza en su interior (a partir de cierta edad, es complicado...) y poder ver los pequeños videos que allí se proyectan. Claro que nada que ver con los suplicios impuestos a los esclavos, pero, antes de todo, incluso antes de ver, se trata de una situación incómoda, la necesidad que tiene el espectador de hacer un esfuerzo para poder ver la imagen. La segunda sala muestra de manera mas clásica, una imagen de cada representación, la imagen está descompuesta en varias fotografías, fragmentación, descomposición de la imagen como para informar sobre la imposibilidad de mostrar todo en una sola fotografía. 




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O coqueiro


Cada una de las representaciones brasileñas muestran entonces a este gringo, un hombre de piel blanca, rubio, delgado, a menudo desnudo, en una situación que era propia de los esclavos : es a la vez escandaloso (no es sino una representación limitada en el tiempo, una transposición en algunas horas que no sabría reflejar toda una vida de esclavitud) y extremadamente molesto (un hombre que se impone sufrimientos con el único fin de que tomemos conciencia de lo que fueron la violencia y la explotación de todo un pueblo). Cada una de las seis representaciones se merece una explicación; todas se sitúan en lugares simbólicos del Brasil, las playas, Río de Janeiro, el sertão, ... En uno de ellos, O Coqueiro, el artista aprende a subirse a un tronco de cocotero y pasa la noche tambaleado por el viento y el mar : los granos de las nueces de coco eran costosos y por las noches los esclavos se subían a las palmeras para comérselos, luego las defecaban y un cómplice libre las revendía; era así que podían comprar su libertad. 




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O urubu


En su representación con los buitres, O urubu, Pavlov-Andreevich se acuesta desnudo en una playa al lado de una tortuga muerta que los pájaros desollarán, como un esclavo castigado abandonado como carroña para los buitres. Se ve su cuerpo blanco rodeado de pájaros negros que, una vez devorado el cadáver de la tortuga empiezan a atacar : fin de la representación al cabo de 7 horas.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O enforcado



O enforcado (el colgado), lo muestra suspendido por los pies a un árbol que sobrevivió a un fuego de deforestación : suplicio corriente para los esclavos y también estado de suspensión mental y alusión a la figura del tarot.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O cadeado


O cadeado (el candado) evoca el suplicio reciente de un joven negro al que mortificaron y amarraron a un poste eléctrico en una calle de Río de Janeiro y le pusieron un candado; solo por la mañana una transeúnte llamó a la policía para que lo liberaran. Pavlov-Andreevich, desnudo y encadenado a un poste, al contrario del suceso, atrae la atención : los vecinos, los transeúntes, los repartidores de pizza, los policías van a verlo. Él, silencioso no interrumpe su representación sino cuando llega la policía militar.



Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O pau de arara (vidéo)


O pau de arara (palo de loro) es un suplicio que bloquea al esclavo y le impide mover los miembros. El artista, amarrado así, es depositado en una playa a marea creciente y solamente lo liberan cuando está a punto de ahogarse.




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O tigre


Para terminar, la última representación no es la más dura fisicamente pero es la que mejor relata la humillación de los esclavos : cada mañana el esclavo ("el tigre") debía ir a tirar al mar el contenido de la vasinilla de su amo. Pavlov-Andreevich sigue el mismo camino, que actualmente es el separador de una vía rápida, con un canasto sobre la cabeza que contiene la vasinilla que no debe regar, camina lentamente, con precaución. Su cara, medio escondida con una especie de embudo, protección contra el olor y contra las burlas. Un momento dado, conductores distraídos por el espectáculo se estrellan pero él sigue imperturbable y digno. 




Fyodor Pavlov-Andreevich, Monumentos temporales, O tigre (Vidéo)


Quise relatar cada una de esas representaciones pues en cada una de ellas el cuerpo del artista es una herramienta política, un medio para divulgar realidades ignoradas e incluso escondidas. El artista ha llamado esta serie Monumentos temporales, y en efecto son monumentos conmemorativos, testimonios de un pasado que quisiéramos olvidar y que sin embargo sigue presente en la sociedad contemporánea, en las desigualdades y su racismo latente.




Hugo França, Um tronco para Exu


El resto del Museo presenta sus colecciones, artistas brasileños y extranjeros, de manera cronológica y temática (pero, es extraño, no hay ni siquiera una librería para poder comprar un catálogo). Delante de la entrada, este árbol cortado (un Caryocar edule, resistente al fuego que tenía 1200 años) que el artista Hugo França presenta (hasta el 13 de agosto) como homenaje a la divinidad candomblé Exu, dios de la comunicación entre hombres y espíritus : otra faceta de la cultura afro-brasileña.


Fotos 2 & 8 a 11 del autor


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